"En esos días, todo lo que un piloto necesitaba era talento", dice el doctor Ricardo Ceccarelli, actualmente médico de Lotus Renault GP y experto en medicina deportiva. "No importaba que llevara una vida disoluta y al doctor sólo lo llamaban cuando algún piloto no se encontraba muy bien. Yo, por mi parte, empecé a estudiar la actuación de los pilotos midiendo su frecuencia cardiaca durante las carreras y llegué a la conclusión de que deberíamos centrarnos en el cuerpo y la mente del piloto. Esto no significa que un piloto no deba tener talento, pero si además está mental y físicamente preparado, tendrá muchas más posibilidades de triunfar".
Ricardo Ceccarelli fue uno de los primeros en investigar la relación entre forma física y conducción óptima. El que fuera médico de Toyota antes de su desaparición, ha llevado a cabo desde los años 80 investigaciones médicas dedicadas exclusivamente a analizar el comportamiento y las actuaciones de los pilotos de F1. El objetivo es desarrollar unos entrenamientos específicos de cara a las condiciones a las que tiene que enfrentarse un piloto: necesitan una combinación única de poder, resistencia aeróbica y fuerza mental para aguantar velocidades de más de 200 kilómetros por hora y fuerzas de más de 5G durante 90 minutos.
Posiblemente la posesión de estas cualidades únicas es una de las principales razones por las que el doctor Ceccarelli y su equipo decidieron que el entrenamiento y preparación de un piloto debería considerarse casi una disciplina aparte dentro de la medicina deportiva. Sus investigaciones les llevaron a fundar Formula Medicine, el primer instituto de investigación y desarrollo dedicado exclusivamente a la preparación física y mental de los pilotos de cualquier disciplina de motor. Desde su fundación, por este instituto han pasado 650 pilotos de 41 nacionalidades diferentes, 60 pertenecientes a la Fórmula 1, de los cuales 27 han ganado carreras y, 4 de ellos, campeonatos.Quizá el impacto más espectacular, como apuntaba Ceccarelli en sus primeras investigaciones, es el provocado a nivel cardíaco: "Un piloto que debe enfrentarse a una frecuencia cardiaca de 180 pulsaciones por minuto alcanzando máximos de más de 200, tiene que tener una salud perfecta. No existe ningún otro deporte con una frecuencia tan alta durante tanto tiempo y de forma continua. La diferencia está en el estrés mental. No hay otro deporte que demande una concentración tan intensa. La enorme cantidad de adrenalina y el esfuerzo físico causan esta elevada frecuencia cardiaca". Además, las fuerzas gravitatorias provocan cambios en el flujo sanguíneo, y un "corazón fuerte" es fundamental para un riego sanguíneo constante; de ahí la importancia del entrenamiento aeróbico en la preparación fuera de la pista. Un piloto que no posea lo que se demanda a nivel físico, muy probablemente experimentaría mareos y una importante falta de concentración al conducir a tan elevada velocidad y con tales fuerzas gravitatorias.
A finales de los años 80, el italiano Iván Capelli fue el primer piloto en llevar un aparato que registrara sus pulsaciones en plena carrera. La tecnología por aquel entonces no estaba tan avanzada, y el aparato en sí no era precisamente pequeño ni poco vistoso: el único sitio disponible era el propio cinturón de seguridad del piloto. Preocupados por si esto pudiera ocasionar molestias al piloto o incapacitarlo para conducir, los equipos no mostraban mucho interés en las investigaciones médicas de Ceccarrelli y los suyos.
En los años siguientes, y según avanzaba la tecnología, el aparato se hizo cada vez más pequeño y ligero, además de mejorar sus prestaciones: empezó a incorporar un electrocardiograma, y de estudiar la frecuencia cardíaca después de las carreras, se pasó a sincronizarla en directo con los datos telemétricos que se obtenían del coche. De esta forma se conocía de primera mano la variación del ritmo cardíaco con cada actuación del coche: frenadas, aceleraciones, curvas, rectas, adelantamientos… Gracias a este nuevo sistema descubrieron que las fluctuaciones del ritmo cardíaco derivadas del estrés físico y mental y de las fuerzas gravitatorias podían bajar las pulsaciones de 160 a 60 de forma inmediata, y en apenas 3 segundos volver a subirlas.
No solo no existe, como apuntaba Ceccarelli, otro deporte con una frecuencia tan alta durante tanto tiempo, sino que no existe otro deporte en donde se produzca una reacción similar. Un ejemplo muy ilustrativo de esto es el extraño fenómeno que se desencadena a la salida de la horquilla de Adelaida, en Magny-Cours. En un experimento realizado en dicho tramo, el ritmo cardíaco del piloto bajaba a unas 54 ppm y volvía a subir a 180 tras cinco segundos. Esto ocurría todas las veces que el piloto pasaba por esa zona del circuito. La respuesta puede estar en una reacción eléctrica involuntaria provocada por la fuerza de la aceleración. Los cambios bruscos de posición del cuerpo, dependiendo de si los pilotos toman rectas o curvas, provocan igualmente un aumento en la actividad eléctrica del corazón.
Sin embargo, el pico máximo registrado ocurre casi siempre durante la parada en boxes, aumentando casi en 20 ppm, lo que, dependiendo del piloto, podría alcanzar la asombrosa cifra de 204 ppm. También cuando a un piloto le dicen en carrera que "tire", el ritmo cardíaco aumenta en unas 15 ppm, rebajando casi medio segundo por vuelta, al aumentar el flujo sanguíneo y por tanto, la concentración. En teoría, según Ceccarelli, "si pudiera aumentar su ritmo cardíaco durante toda la carrera, podría rebajar 20 segundos". Aunque esto parezca estar más allá de los límites del cuerpo humano, lo que es seguro es que, a mejor entendimiento del comportamiento físico del piloto, más se podrá mejorar su rendimiento.
Estos efectos no se producen solo en carrera: el estudio de los gráficos ha demostrado que, al terminar la carrera y abandonar el coche, el ritmo cardíaco baja y vuelve a subir de repente. Esto se debe al brusco cambio de temperatura una vez el piloto está fuera del 'cockpit', que provoca que la presión sanguínea baje de repente y el pulso aumente para evitar un desmayo; de ahí a que muchos pilotos prefieran descansar y reponer líquidos antes de la ceremonia del podio.
¿Qué podremos esperar de estas investigaciones de aquí al futuro? Por supuesto, muchos más avances que despejen dudas sobre esta importante faceta de la preparación de los pilotos. Desde el año pasado, se está diseñando una prenda interior ignífuga que lleva incorporados algunos sensores. Y es que la tecnología ha avanzado mucho desde aquel primer prototipo, pesado e incómodo, que iba enganchado al cinturón.