El circuito parece listo, pero quedan detalles por pulir: la entrada y salida de los boxes parece peligrosa, algunos pianos que necesitan algún retoque y la colocación de algunos asientos sigue pendiente. Después tocará recoger y limpiar cada rincón del circuito para la visión desde televisión se ajuste a la tecnológica e impoluta Fórmula Uno.
En lo deportivo, la suciedad de los aledaños -que podría arruinar la carrera si la lluvia hace acto de presencia- y el poco agarre del asfalto preocupa a los equipos e introduce una incógnita difícil de medir para todos. Sin duda, que tan sólo un campeonato de Hyundai acompañe al Gran Circo tampoco ayudará a mejorar la situación.
Aunque Corea no decidirá el campeón del mundo de pilotos, podría suponer que la lucha pase de cinco candidatos a tres si los pilotos de McLaren no logran disminuir la ventaja que les separa de la cabeza. Los ingleses han ido perdiendo impulso desde el final del verano con varios pasos en falso en la evolución de su monoplaza y la cuerda parece estar a punto de romperse.
Resulta curioso recordar cómo Lewis Hamilton parecía el principal candidato a llevarse el campeonato después de ganar en Spa. Su temporada estaba rozando la perfección con un coche que pocas veces había estado a la altura de los dominantes Red Bull, pero dos errores de bulto en Monza y en los libres de Japón le pueden haber costado el derecho a luchar por el campeonato que se había ganado en las trece carreras anteriores.
Lewis lo sabe y quizá ésa sea la razón por la que este jueves parecía el hombre más serio en los eventos que han marcado la jornada previa a los primeros libres. Este viernes, los coches habrán comenzado a rodar y la guerra del inglés estará donde mejor sabe defenderse: en la pista. Allí parece que los austriacos seguirá un paso por delante del resto, al menos hasta que se apague el semáforo para la salida.
Corea 2010