Una triste noticia volvió a conmocionar al mundo del automovilismo en la pretemporada invernal: Colin Chapman, el genio creador de Lotus, moría a consecuencia de un ataque cardíaco. El equipo británico nunca se repondría totalmente de esta pérdida, iniciando una lenta fase de decadencia.
Las dos grandes novedades para la temporada de 1983 eran la eliminación definitiva de las faldillas, cuyos efectos mas inmediatos acabaron siendo la subida de los cronos y pasos por curva mas lentos. Estéticamente, se volvieron a recuparar las formas de comienzos de los setenta con la ausencia de grandes pontones laterales a los lados. Ahora que todos los monoplazas tendrían un suelo definitivamente plano, llegaba o mejor dicho retornaban los repostajes de combustible como táctica habitual en la planificación de las carreras. Brabham ya había probado este sistema en 1982 con resultados esperanzadores, por lo que todas las escuderías empezaron a hacer como Mercedes y compañía hace 30-40 años.
En el tema de los pilotos, hubo pocos cambios en las formaciones. Arnoux emigraba a Ferrari, tras su "guerra particular" con Prost, siendo sustituido en Renault por el norteamericano Edie Cheever. Laffite llegaba Williams para acompañar al campeón del mundo, Keke Rosberg.
Piquet y su Brabham BMW turbo partieron como favoritos como lo demostró su victoria en Brasil, dandoles a miles de compatriotas suyos, la alegría que no pudo el año pasado al ser descalificado. El que volvió a ser descalificado fue Keke Rosberg despues de un accidentado repostaje en el que hubo de abandonar momentaneamente su Williams-Ford al sufrir un pequeño incendio. En Long beach, Keke, fue de nuevo protagonista, con una salida salvaje en la que estuvo a punto de eliminar a los dos Ferrari. Se empotraría definitivamente contre el coche de Tambay en la vuelta 25. Desde atrás, desde la posición 22 en la parrilla de salida, John Watson y su McLaren, eran autores de una remontada lenta, incontenible e increible, hasta acabar marcando el doblete por delante de su compañero de filas, Niki Lauda.
En Paul Ricard, Francia, Alain Prost ganaba por segunda vez ante su público, tras deshacerse del Brabham de Piquet y ser claramente mas rápido que su nuevo compañero, Cheever.
Los aplausos de los "tifossi" debieron ser muy duros para el piloto italiano de Brabham, Ricardo Patrese, después de que este se saliera de pista a seis vueltas del final del GP de San Marino, cuando lideraba sobre el Ferrari de Tambay. El francés fue manteado en la pista por el jubiloso publico... tal vez por llevar el 27.
En Mónaco, la sorpresa fue mayuscula cuando en los instantes finales de la sesión de calificación, los dos McLaren de Lauda y Watson se quedaban fuera de la parrilla de salida. Dos enemigos menos para Rosberg, que mas acertado que Piquet y Prost, al elegir los neumáticos, se llevó el gato al agua.
Prost se vengaba sobre el nuevo y renovado trazado de Spa-Francorchamps, derrotando con inteligencia al Alfa de De Cesaris y el Brabham de Piquet. Todo cambió en la lenta y tortuosa pista de Detroit, donde el poco potente Cosworth del Tyrrell de Michele Alboreto, le daba su segunda victoria en GP.
Después de la victoria de Arnoux en Canadá, Prost estiraba un poco mas su dominio en la general del mundial tras una nueva victoria en Silverstone sobre Piquet, que se dedicaba a recoger todod los puntos que podía. Arnoux alternaba una nueva victoria, esta vez en Alemania con otra de Prost en Austria, en dura lucha con su compatriota.
Prost tenia bastante bien encaminado el mundial, pero una colisión suya en Holanda, con Nelson Piquet y otro abandono por rotura del turbo en Monza, combinado con las victorias del brasileño y Arnoux, hizo reunir en un pañuelo, la clasificación de los tres pilotos a falta de dos pruebas para el mundial.
En Brands Hacht, el motor del Ferrari, anulaba las opciones de Arnoux mientras que Piquet recortaba a dos puntos la desventaja con Prost tras ganar justo por delante del piloto galo.
Ambos candidatos al trono de la F-1, llegaban a Kyalami para la prueba final con grandes posibilidades, dependiendo mucho de si mismos y de quedar uno por delante del otro. A Prost todo le fue mal desde el principio, una mala posición en los entrenamientos le condenó a la mitad del peloton durante la carrera. El colmo resultó ser la rotura del turbo en la vuelta 35, por segunda vez en la temporada. Su mas valiosa ventaja mecánica resultó ser de nuevo su peor enemiga, esta vez en el peor momento. Piquet que lideraba comodamente desde el principio podía hasta haber ganado, pero decidió conservar su maquinaria cediendo la primera plaza a su compañero Ricardo Patrese y la segunda a Andrea De Cesaris. Aunque hubo algo de revuelo por la gasolina utilizada para el motor BMW, el piloto de Rio, entraba el 15 de Octubre de 1983 como primer campeón con motor turbo de la F-1.
Ferrari obtenía por su parte el título de constructores, como hiciera el año anterior, demostrando que contaban con uno de los coches mas equilibrados, pero con ausencia de pilotos regulares y sobre todo duraderos.