A mediados de febrero ni siquiera intuimos qué equipo llevará la delantera en Bahrein, pero si algo está claro es que la guerra psicológica en el seno del equipo Mercedes comenzó hace semanas. Declaraciones de unos y otros, alteraciones en las estrictamente medidas jornadas de entrenamientos... e incluso los dorsales han sido motivo de polémica por un supuesto capricho de Schumacher.
No nos engañemos, una vez que Michael se ha decidido a retornar a la competición, no dejará cabo suelto. Michael es el ejemplo de un ganador: implacable y ambicioso. Si hay algo que le obsesione son los factores externos que afectan en su rendimiento dentro del cockpit y sin duda, su joven y rápido compañero de equipo es el primero de ellos.
El largo historial del alemán en la Fórmula 1 evidencia que Schumacher, como casi todos los grandes pilotos, se esfuerza mucho en agrupar al equipo en torno a él, para hacer oír su voz y que cualquier movimiento que se realice esté siempre bajo su aprobación. Así pasaba en Ferrari y es innegable que esa profesionalización dio sus frutos en Maranello.Sin embargo, Mercedes no es aquella escudería que decepcionaba a Italia un año tras otro en los principios de la década de los 90. Michael hereda el equipo que hizo campeón a Jenson Button y por ello, no debería tener ninguna necesidad de practicar este juego subterráneo, que tanto daño ha hecho a su imagen en el pasado, con el antiguo pupilo de SIR Frank.
Mi impresión personal es que la clave para conocer quién saldrá mejor parado de este duelo alemán está en el físico de Schumi. Si realmente, como están certificando los médicos, el legendario piloto de Kerpen está en la misma forma que antaño debería bastarse para batir a su compañero de equipo e igualar al menos el rendimiento de los otros grandes pilotos de parrilla.
¿Y Ross? Como buen amigo de lo práctico, Brawn sabe que existen más posibilidades de hacerse con el título si el equipo se decanta por un piloto en lugar de darles libertad a ambos. Puede parecer una locura creer en que Vettel podría haberse convertido en campeón si Brawn hubiera tratado de la misma manera a Rubens que a Jenson en la pasada temporada, pero no es descartable pensar que el piloto de Somerset hubiera podido derrumbarse ante la presión si realmente hubiera existido. Un riesgo demasiado grande para Ross.
De todos modos, cuando se enteró de la vuelta de Schumacher, Nico ya tenía claro que no iba a tener un mentor ejemplar como lo tendrá Kobayashi en Sauber con el gentil Pedro De la Rosa. El Kaiser ya ejerció ese papel (¡y de qué manera!) con Felipe Massa durante sus últimos años en Ferrari, asi que no gastará su tiempo en apoyar el crecimiento de Rosberg.
La verdadera medida del hijo del gran Keke está por ver, a pesar de su notable rendimiento al volante de un Williams en los últimos años. Salvo en su primera temporada, Nico jamás ha tenido una vara de medir seria al otro lado del box y durante los años se ganó cierta fama de ser incapaz de concretar resultados, así que será bueno ver cómo se las gasta con un coche puntero.
A pesar de lo que pase fuera de la pista, cuando los semáforos se apaguen y Brawn se convierta en actor secundario, no habrá más que asfalto entre Nico y Michael. Ése será el único lugar donde Rosberg tendrá oportunidad de batir a su talludito compañero. Quizá sea una batalla desigual, pero si Rosberg consigue la delantera, su prestigio subirá como la espuma y quizá Brawn tenga que resignarse y apostar todo al '4'.