El trabajo con los dos F138 ha seguido caminos diferentes. Por un lado, el coche de Alonso solamente ha pasado las revisiones típicas posteriores a un Gran Premio. En cambio, en el de Massa, se ha montado un chasis completamente nuevo, por lo que el trabajo ha comenzado desde cero. "Después de una carrera, lo habitual es desmontar casi todo el coche. Luego, las piezas se mandan a los correspondientes departamentos para su inspección. Después de una carrera como Mónaco, en la que el monoplaza está expuesto a cargas pesadas y roza constantemente las barreras, esta fase es aún más compleja de lo normal", apuntaba Ioverno.
Fase de verificación de piezas
Y es que los mecánicos basan su trabajo posterior a un Gran Premio en una rutina: los coches llegan, se desmontan para inspeccionarlos y se configuran según la siguiente carrera. Pero Mónaco es un lugar especial, y los coches llevaban unas piezas específicas para ese circuito, por lo que es necesario desmontarlas y reemplazarlas, tal y como señala Diego Ioverno: "Hablamos de la suspensión y de algunas partes de la carrocería que se quitan y apartan rápidamente. El resto de los componentes pasan a la fase de verificación y, dependiendo del material del que estén hechos, se evalúan de maneras distintas. Existen instrumentos específicos dedicados a inspeccionar lo que no es visible al ojo humano, gracias a una lente".
"Para las partes metálicas, se pueden utilizar líquidos penetrantes, que permiten detectar la presencia de una fractura. Luego están las inspecciones ultrasónicas para los componentes de carbono. Hay también un control visual tridimensional básico de cada componente. Después de una carrera como la del domingo pasado, es como si todo empezase de cero; cada pieza se vuelve a examinar como si se hubiera acabado de fabricar, para verificar que sigue cumpliendo todas sus características originales", finalizaba el jefe de operaciones de la Scuderia.