Hace exactamente diez años, veintidós pilotos se disponían a dar el pistoletazo de salida a una nueva temporada de Fórmula 1 en el circuito australiano de Albert Park. Allí, cuatro de ellos estaban a punto de dar comienzo a su aventura en la categoría. El brasileño Enrique Bernoldi, el colombiano Juan Pablo Montoya, el finlandés Kimi Räikkönen y un jovencísimo piloto de tan sólo diecinueve años por nombre Fernando Alonso.
Ferrari había mostrado su interés por este último, e incluso se habían producido contactos con la intención de que el español entrase a formar parte de la Scuderia como probador, pero un astuto Flavio Briatore le contrató para formar parte del equipo Benetton y lo cedió a Minardi para que diese allí sus primeros pasos en el gran circo.
El equipo, al que Paul Stoddart había salvado in extremis de la bancarrota, se había visto en la obligación de construir sus dos monoplazas en tiempo récord, con tan sólo un mes y medio de margen respecto al inicio del mundial. El PS01, que calzaba un vetusto motor de tres años de antigüedad, llegó a esa primera cita con pocos patrocinadores en su decoración, y sin haber realizado prácticamente ningún tipo de entrenamientos, más allá de una minúscula prueba en la recta del aeropuerto de Vairano con motivo de su presentación en sociedad.
A pesar de las innumerables dificultades, el piloto asturiano había finalizado los primeros entrenamientos en un sorprendente decimosexto lugar, un segundo y medio por delante de su compañero de equipo, el brasileño Tarso Marques. En los segundos libres, el asturiano fue decimoséptimo, superando al Benetton de Jenson Button y dejando a su compañero a más de dos segundos de distancia.
El sábado, en calificación, Fernando logró evitar la última fila de la parrilla situándose decimonoveno, mientras su compañero se quedaba a tres segundos, superando el límite reglamentario del 107% respecto a la pole marcada por el entonces triple campeón del mundo Michael Schumacher, y necesitaba de la benevolencia de los comisarios para poder participar en la carrera.
En ese tipo de condiciones, sin apenas tiempo para adaptarse y con tan sólo una treintena de carreras en monoplazas como experiencia previa, Fernando hacía su debut el 4 de marzo de 2001, convirtiéndose en el tercer piloto más joven en participar en una carrera de Fórmula 1. "Es la primera carrera, es muy importante, pero es una carrera normal en mi vida", comentaba, nervioso, minutos antes de tomar la salida el domingo. "Espero que podamos terminar la carrera, lo cual será un éxito porque el coche es completamente nuevo. No sabemos si podremos hacerlo, pero lo intentaremos", proseguía el joven español, plenamente consciente del reto al que se enfrentaba con su precario bólido.
El semáforo se apagó, y llegó el momento de emprender su camino. Pese a los inconvenientes, Fernando dejó las primeras muestras de su calidad sobre el asfalto de Albert Park al conseguir cruzar bajo su primera bandera a cuadros en una fantástica duodécima posición, en lo que obviamente fue motivo de celebración para el equipo. Su jefe, Paul Stoddart, irradiaba felicidad mientras comentaba que "después del rendimiento de Fernando en el día de hoy, la gente ha dejado de preguntarme por la sorpresa que venía anunciando. Ahora ya saben de qué se trata."
Diez años después de aquella apresurada aventura, ese muchacho de sonrisa nerviosa ha proseguido su senda, afrontando múltiples sinsabores, pero también innumerables alegrías, apasionando a los aficionados a este gran deporte. Hoy, ese joven, que antes de probar un Fórmula 1 atrajo la atención de los más expertos en el asunto, se ha convertido ya en un referente, con dos campeonatos del mundo y veintiséis victorias a sus espaldas, entre otros muchos y grandes logros.
Ahora, una década más tarde de aquella hazaña, miramos hacia atrás para recordar un momento que entonces quizás pasamos por alto. Puede parecernos muy lejano, o quizás que fue ayer, pero lo que es innegable es que durante todo este tiempo hemos podido disfrutar del talento de uno de los mejores pilotos de la historia del automovilismo español. Y lo seguiremos haciendo, pues ese camino iniciado una soleada tarde de marzo en Melbourne parece tener todavía bastantes sorpresas y emociones reservadas.